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PUNTO DE VISTA / Cine sostenible: la experiencia de Tenerife Film Commission. Por MARIOLA OLCINA

El pasado mes Tenerife Film Commission organizó un seminario virtual en el que ofrecía una serie de herramientas gratis y accesibles para hacer sostenibles las producciones cinematográficas. La sorpresa es que al encuentro se conectaron unas 170 personas. Un dato mucho más esperanzador del que suelen tener en anteriores formaciones y que pone encima de la mesa el inminente interés de las y los profesionales del sector sobre el tema.
En el seminario explicaron con detalle las dos iniciativas que han desarrollado: el decálogo de buenas prácticas que recoge una serie de acciones sostenibles y un listado de verificación (o checklist) con el que planificar y evaluar tu producción y, posteriormente, obtener un sello de sostenibilidad. Concha Díaz Ferrer, coordinadora de Tenerife Film Commission, cuenta que todo empezó cuando “el cabildo de Tenerife se planteó trabajar la sostenibilidad como línea transversal en todos los departamentos y eso hizo que, nosotras, que dependemos del área de Turismo, nos planteáramos desarrollar estas herramientas junto con David Baute, director del Festival Internacional de Cine Medioambiental de Canarias, y con Yanira Cáceres, licenciada en ciencias ambientales y máster en espacios protegidos”. Llevan desde 2018 dando formación y este año están recopilando la experiencia de tres proyectos piloto: una empresa de servicios cinematográficos, la producción de un documental y de una serie de animación infantil.
El decálogo recoge las tres dimensiones que definen apropiadamente el concepto de sostenibilidad: protección del medio ambiente, inclusión social y desarrollo económico. Proteger las localizaciones, ser eficientes en el uso de agua y energía, reducir el uso de materiales, implementar caterings de bajo impacto, gestionar adecuadamente los residuos o generar empleo local, son algunas de las líneas generales que proponen. Dentro de cada epígrafe, el decálogo propone 4 ó 5 acciones concretas para cumplir ese objetivo.
Además, desde el año pasado, han desarrollado una lista de verificación para planificar en qué aspectos puedes reducir tu impacto ambiental y compararlos con tus propios resultados una vez finalizada la ejecución de tu proyecto. De esta manera, se puede conseguir un sello que reconoce tu esfuerzo y certifica tu producción como sostenible.
“Aunque la checklist y el decálogo están hechos aquí en Canarias, se pueden utilizar en otros territorios y están accesibles y gratuitos para todo el mundo”, resalta Concha Díaz. Además, en la web también han incorporado la calculadora de carbono que ha diseñado la empresa Promálaga dentro del proyecto europeo Green Screen, que está vinculada al presupuesto del ICAA y calcula, según tu presupuesto, cuál puede ser tu huella ecológica para que puedas reducirla.
Rodando en espacios naturales protegidos
El seminario fue impartido por Yanira Cáceres Arocha, que lleva 7 años trabajando como técnica ambiental en producciones audiovisuales de todo tipo: desde películas de gran presupuesto como “Exodus: Dioses y reyes” o “Han Solo: una historia de Star Wars”, hasta pequeñas producciones en publicidad. “En mi caso, el contratarme siempre ha venido por la necesidad de alguna producción de rodar en espacios naturales protegidos que requerían de un seguimiento ambiental para compatibilizar el trabajo cinematográfico con la conservación y protección del entorno”.
Su experiencia se centra en Canarias, donde el 40% del territorio es espacio natural protegido y eso hace que se tenga muy interiorizado el respeto al entorno y que la administración pública ponga especial énfasis en implementar medidas de sostenibilidad. De hecho, según su experiencia, “forma parte de la normalidad que se tengan muy en cuenta los requerimientos legales de las autoridades ambientales cuando alguien viene a rodar a Canarias” pero admite que no es lo normal en el resto de territorios y, hay excepciones: “También me he encontrado a productoras que te piden consejo, les orientas previamente y les ayudas, y luego te enteras que te han utilizado para buscar la manera de rodar fuera de espacios protegidos y sin tener en cuenta medidas de sostenibilidad porque si ruedan fuera no las necesitan. Es un pequeño porcentaje, pero me ha pasado”.
Cabeza, corazón, bolsillo
Las medidas ambientales tienen que estar muy integradas en el trabajo para que no suponga un esfuerzo extra al trabajo cinematográfico de los distintos departamentos, y para eso, la concienciación de los y las profesionales del sector es un paso imprescindible en el proceso. “La primera llamada que tuve de un productor, él me dijo: «La industria del cine es totalmente sostenible y ecológica. Nosotros vamos, rodamos y dejamos el lugar igual o mejor que como estaba». Y no es así. Hay una falsa percepción de que si no construyes algo o si no generas humo directamente, se interpreta como que eres sostenible”, cuenta Yanira Cáceres. Su trabajo pasa por visibilizar los impactos de toda la actividad humana (los traslados del equipo, los catering o los materiales para construir un set): “Yo he vivido ese cambio de percepción con personas que trabajan como free lance en las islas para distintas producciones y todos llegan a la conclusión de que no somos tan sostenibles como pensamos”. Por ejemplo, Concha Díaz cuenta: “Yo por cultura de ser de una isla y vivir cerca de espacios protegidos y en contacto con la tierra, estoy muy concienciada. Pero ahora veo que me afecta más y, cuando viajo a un festival de cine a promocionar las islas, pienso en todo el dióxido de carbono que estoy emitiendo y, después de impulsar estas herramientas, sí he tomado más conciencia y creo que en general la sociedad estamos cambiando”, y concluye: “La sostenibilidad es voluntaria, pero, en un tiempo, va a ser obligatoria”.
Ambas coinciden en la importancia de los incentivos económicos y destacan la experiencia de otros países en este sentido: “Nosotras hemos mantenido paneles con expertos en la materia a nivel europeo y vemos cómo a través de los fondos audiovisuales nacionales incentivan los objetivos de sostenibilidad de los proyectos cinematográficos”, cuenta Yanira Cáceres. Es la única manera de integrar el proceso cabeza-corazón-bolsillo: “ahora estamos en la fase cabeza-corazón porque nos estamos concienciando de que es una cuestión ética que pasa por el corazón, que también pasa por la cabeza porque hay que informarse y planificar, pero también hay que ver cómo incluir ahí el bolsillo, con el tema de los incentivos económicos a nivel nacional y de Comunidad Autónoma”, explica.
Ecoadvisor: en el centro de la producción
En el trabajo de asesoramiento ambiental, hay que distinguir dos papeles: el de ecoadvisor y el de green runner.
La persona que desarrolla el papel de ecoadvisor es quien tiene que hacer la planificación con todo el equipo y la formación de las personas que van a dedicarse a ello, que suele ser, sobre todo, la gente de localizaciones. Es quien diseña, planifica y hace un seguimiento de las medidas ambientales. La persona designada como green runner está a pie de rodaje vigilando que se implementen todas las medidas que se han decidido como, por ejemplo, rellenar las botellas de agua, que los residuos se separen adecuadamente, vigilar que no se arrojen colillas de cigarrillos o que si hay que vallar algún recinto, que se cerciore que se ha hecho y que se respeta.
Parece obvia la distinción entre ambas figuras, pero en los rodajes “se suelen confundir los papeles”, cuenta Yanira Cáceres: “En las primeras producciones que trabajé, yo era chica para todo y aunque yo dependía directamente del departamento de localizaciones, si veía a alguien tirando una lata en el contenedor de orgánico pues iba tras él y le decía «¡mira, perdona…!» y te miraba en plan «me da igual» y yo me quedaba perpleja”. Uno de los principales obstáculos suele ser la falta de concienciación de los equipos: “La gente me asociaba a la técnico de prevención de riesgos laborales, como que había una normativa que lo exigía y ya está. Y no. Lo difícil es formar a la gente y hacerle ver que eres parte de la producción y es importante que estés ahí para poder conservar los espacios y compatibilizar la actividad”, resalta.
Otro obstáculo suele ser que la ecoadvisor no participe desde el principio en la preproducción porque tiene la dificultad añadida de no poder planificar para prevenir, sino de tratar de cumplir con unos objetivos mal diseñados o pensados por otro equipo. “Cada vez me pasa menos porque se entiende más mi figura y participo en todas las reuniones de coordinación, y por ejemplo, con el equipo de localizaciones se tienen muy en cuenta las recomendaciones ambientales, e incluso se adelantan y tienen en cuenta la contratación de la figura de ecoadvisor en los presupuestos”, concluye.
Escuchar las necesidades del sector
Otra parte importante del proceso ha sido escuchar a las y los profesionales del sector para adaptarse también a su contexto y saber cuáles son sus necesidades porque “el objetivo de todo esto no es conseguir que las productoras contraten un ecoadvisor, sino que puedan hacer un plan de sostenbilidad sin necesidad de tener una persona contratada para ese fin”, destaca Yanira. Por eso, “el objetivo de esta iniciativa es facilitar recursos gratuitos y fáciles de usar, incluso damos formación para que el personal fijo pueda llevar a cabo la implementación de esas medidas”.
Hay varios ejemplos de profesionales que se están cuestionando sus métodos y que exigen facilidades. Por ejemplo, “me he encontrado con profesionales del departamento de arte que me decían que ojalá tuvieran acceso a muebles y materiales de los puntos limpios en vez de comprarlos y revenderlos luego a menor precio”, cuenta Yanira. O el tema de los caterings que es bien complejo sobre todo en grandes producciones: “en vez de usar cubertería de plástico -que se convierten en residuos de difícil descomposición- o de cartón -que siguen siendo de usar y tirar-, ¿por qué no comprar una cubertería buena y reutilizarla en cada rodaje?”. Reducir y establecer hábitos sostenibles es lo que va a permitir un ahorro económico y energético a largo plazo.
Planificar antes que compensar
La clave es implementar medidas antes que calcular el impacto de una producción y luego compensarla reforestando la zona porque no siempre es una ecuación exacta. “Está muy bien la iniciativa de pagar un abono económico a una asociación para que compense tu huella de carbono reforestando, por ejemplo. Pero si queremos trabajar la economía circular, tenemos que pensar en cerrar el círculo de la sostenibilidad localmente y, si hemos venido a trabajar a una zona de posible afección o un espacio natural concreto, podamos compensarlo con una actividad que repercuta en ese mismo espacio donde hemos realizado nuestra actividad y tratar de prevenir y que socialmente tenga una interacción, no solo haciendo una plantación, sino, compensar con responsabilidad social. Esa es la línea de compensación que yo trato de inculcar en las producciones donde trabajo”, explica Yanira Cáceres.
En el momento actual, cuando la industria del cine nos enfrentamos a la dificultad añadida en los rodajes de implementar medidas de seguridad a causa de la Covid-19, también nos enfrentamos a otro desafío medioambiental por el aumento de residuos de materiales desechables como guantes y mascarillas y ahí está el debate, como bien expone Concha Díaz: “Por un lado, medidas que ya estaban muy integradas como la separación de residuos o el traslado en grupos, va a ser más complicado por el aumento de residuos y el cumplimiento de la distancia de seguridad en el transporte. Pero, por otro lado, va a viajar menos equipo a las localizaciones lo que va potenciar que se contrate a más personal local y que se emita menos CO2. Entonces, unas cosas compensan otras”.
Implementar medidas de sostenibilidad depende de que “los y las líderes de esas producciones tengan la voluntad de querer ser sostenibles”, explica Concha Díaz. Por eso, ellas van a seguir trabajando en ponérselo fácil, por ejemplo, mapeando proveedores que incorporan criterios ambientales a la hora de dar servicio porque tienen claro que el cine no es solo una industria sino un agente transformador y como dice Concha: “El audiovisual puede ayudar en dos vertientes, no solo hacer sus producciones sostenibles sino que sus argumentos hablen de respetar el entorno porque se puede llegar a concienciar o despertar la curiosidad de mucha gente”.
Mariola Olcina Alvarado es cineasta y comunicadora ambiental

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